martes, 2 de enero de 2018

CARTAS DE HENRY MILLER A BRENDA VENUS

Henry Miller y Brenda Venus
Ignorado e incomprendido durante la mayor parte de su carrera literaria, Henry Miller es sin duda el escritor norteamericano más controvertido del siglo XX. Revolucionó las reglas de la literatura y desafió los valores morales de su época. Sus compatriotas biempensantes le tacharon de obseso sexual, le acusaron de utilizar un lenguaje vulgar y le llevaron al ostracismo. Como respuesta, el autor de obras de culto como Trópico de Cáncer y Trópico de Capricornio decidió exiliarse a Francia.
Fue en París, en el ocaso de su vida, tras su fracasado matrimonio con la pianista japonesa Hoki, donde encontró a una mujer formidable, Brenda Venus, entonces actriz y bailarina, joven y bella, que le acompañó hasta la muerte. Venus conoció a Henry Miller por casualidad, al encontrar, dentro de un libro conseguido en una subasta, una carta privada del escritor a una mujer. La joven actriz devolvió la carta al escritor acompañada de varias fotografías suyas.
Henry, que tenía 84 años, y Brenda nunca llegaron a tener relaciones sexuales, probablemente el viejo escritor era ya impotente, y desataron sus pasiones a través de cartas cargadas de erotismo. El prolífico Henry Miller le escribió mil quinientas cartas, que suman unas cuatro mil páginas, entre el 9 de junio de 1976 y el 29 de septiembre de 1980.
Quinta carta a Brenda Venus
La escena que me viene a la mente se repite con frecuencia. Estoy en tu casa mirando tus cuadros. Inmediatamente me ofreces algo de beber. La bebida se nos sube a la cabeza. Vistes una camisa muy fina y transparente. Por encima del ombligo no llevas absolutamente nada. Tus pechos son espléndidos. Tienes el aire de una bailarina. (Como un Degas) Tus piernas son fuertes y hermosas.
Ilustración para las cartas de Henry Miller a Brenda Venus. M. Félix
De repente me lanzo sobre ti y te arranco la camisa. El pelo negro y copioso de tu sexo me pone de inmediato tenso. Hundo tu mano entre tus muslos y advierto que ya estás húmeda. Pareces muy excitada, dispuesta a hacer lo que sea. No me sorprende. Te conozco desde hace siglos, quiero decir de anteriores encarnaciones. Hemos sido amantes muchas veces. En ocasiones eras prostituta del templo, en la India, en Egipto y en otros países. Siempre eras una mujer para el placer, pero siempre religiosa. Tu religión era siempre el “sexo”, como los actuales practicantes del Tantra. Enseñas a los jóvenes, hombres y mujeres. Para ti es una cuestión artística. Por eso parece ahora que fueras una experta. Sin el menor rubor te acaricias suavemente el coño con la mano derecha.
Entonces…con dos dedos de cada mano abres la hendidura entre tus piernas y me muestras los pequeños labios que tiemblan como un pajarillo. El jugo fluye abundante; tus muslos centellean. Sin decir una palabra pones la mano en mi pantalón y empuñas mi pene (el tronco, si lo prefieres). Tus manos tan fuertes, pero delicadas, juegan con él como si fuese un instrumento musical. Estás sofocada e irresistible. Quiero “jugar” inmediatamente, sobre todo cuando pones tu lengua en mi boca. Después tu boca empieza a lamer suavemente mi sexo. Es difícil permanecer en pie. Afortunadamente está cerca el sofá. Caemos sobre él juntos, boca sobre boca, miembro contra coño. Pero todavía no te he penetrado. ¡Qué caliente estás! Me llenas de besos. Deseo besarte. Estás entregada. Me agarras el pene y te lo pones entre las piernas. Entra suavemente, lentamente incluso. Tu órgano esta deliciosamente formado. Es angosto y profundo. Me retienes como lo haría un dedo. Naturalmente no puedo aguantarme más. Me voy al igual que tú al mismo tiempo. Permanecemos así durante algunos instantes, entrelazados como serpientes. Trato de librarme pero tú no me lo permites. Me sujetas con tu poderosa musculatura. Al cabo de un rato advierto movimientos en tu interior. Poco a poco empiezo a hincharme. Ahora alzas las piernas y las colocas sobre mis hombros. Estás totalmente abierta y mojada. No cesas de acabar. Tus ojos se dirigen hacia el techo. Me pides que continúe, que no me detenga. Me dices, ¡fóllame, Henry, fóllame! Métela hasta la manija. ¡Estoy tan caliente! Es la primera vez que utilizas ese lenguaje conmigo. Oírte me vuelve loco. Dios, dame fuerzas, déjame poder, me digo a mi mismo, y te besaré eternamente. No olvides que te estoy contando una fantasía. No entiendo de dónde salen las fuerzas para darte tan prolongado placer.

Eres insaciable. Haces toda suerte de movimientos y, en ocasiones, gestos que resultan absolutamente delirantes y obscenos. Has perdido la cabeza. Eres sexo y nada más que sexo. Sabiendo que podrías matarme te apartas de mí para que pueda recobrar el aliento. Pero no cesas de acariciarme, especialmente con la lengua. Y tu cuerpo sigue ondulando sobre mí. ¡Me besas como una posesa! ¿Y después qué? ¿Qué posición? Soy yo el que te propone que hagamos el amor como los perros......

jueves, 21 de diciembre de 2017

CARTA DE FEDERICO GARCÍA LORCA A SALVADOR DALÍ

Ilustración para las cartas entre Salvador Dalí y García Lorca
Barcelona, 31 de julio de 1927
Café de la Rambla
Mi querido Salvador,
Cuando arrancó el automóvil, la oca empezó a graznar y a decirme cosas del Duomo de Milán. Yo estuve a punto de tirarme del coche para quedarme contigo (contigüito) en Cadaqués, pero me detenía el expresivo reloj pulsera de Pepe y la nariz de Pepe que echaba en la mañana al baño de María de París un canalito de sangre clara duro en su cara lastimosa. Al despedirme de los Qucurucuchs en el recodo de la carretera, te he visto pequeño comiéndote una manecita roja con aceite y utilizando un pequeño tenedor de yeso que te sacabas de los ojos. Todo con una ternura de pollo recién salido del cascarón y tiu tiu y de pirriti mano. ¡Ay!
Ahora sudo y sufro un calor insoportable. Cadaqués tiene la alegría y la permanencia de belleza neutra del sitio donde ha nacido Venus, pero ya no se recuerda. Va hacia la belleza pura. Desaparecieron las viñas y se exaltan día por día las aristas que son como las alas y las olas que son como las aristas. Un día la luna, mojada con elasticidad de pez mojado y la torre de la iglesia oscilará de goma blanda sobre las casas, duras o lastimosas de cal o de pan mascado. Yo me entusiasmo pensando en los descubrimientos que vas a hacer de Cadaqués y recuerdo al Salvador Dalí neófito lamiendo la cáscara del crepúsculo sin entrar dentro todavía , la cáscara rosa palidísima de cangrejo puesto boca arriba. Hoy ya estás dentro. Desde aquí siento (¡ay! hijo mío, qué pena) el chorrito suave de la bella sangrante del bosque de aparatos y oigo crepitar dos bestiecitas como el sonido de los cacahuetes cuando se parten con los dedos. La mujer seccionada es el poema más bello que se puede hacer de la sangre y tiene más sangre que toda la que se derramó en la Guerra Europea , que era sangre caliente y no tenía otro fin que el de regar la tierra y aplacar un sed simbólica de erotismo y fe. Tú sangre pictórica y en general toda la concepción plástica de tu estética fisiológica tiene un aire concreto y tan proporcionado, tan lógico y tan verdadero de pura poesía que adquiere la categoría de lo que no es necesario para vivir.
Se puede decir: “iba cansado y me senté a la sombra y frescura de aquella sangre”; o decir: “bajé el monte y corrí toda la playa hasta encontrar la cabeza melancólica donde se agrupaban los sabrosos bestecitos crepitantes tan útiles para la buena digestión.”
Ahora sé lo que pierdo separándome de ti. La impresión que me da Barcelona es la impresión de que todo el mundo juega y suda con una preocupación de olvido. Todo es confuso y embistiente como la estética de la llama, todo indeciso y desquiciado. Allí en Cadaqués la gente se siente no en el solo suelo todas las sinuosidades y poros de las plantas de los pies: ahora veo como en Cadaqués me sentía los hombros: es una delicia para mí recordar las curvas resbaladizas de mis hombros donde por primera vez he sentido en ellos la circulación de la sangre en cuatro tubitos esponjosos que temblaban con movimiento de nadador herido.
Quisiera llorar pero con el llanto sin conciencia de Luis Salleras o con el canto estupendo de cuando tu padre tararea la sardana “Una lagrima”.
Me he portado como un burro indecente contigo que eres lo mejor que hay para mí. A medida que pasan los minutos lo veo claro y tengo verdadero sentimiento. Pero esto sólo aumenta mi cariño por ti y mi adhesión por tu pensamiento y calidad humana. Esta noche ceno con todos los amigos de Barcelona y brindaré por ti y por mi estancia en Cadaqués pues las plazas del exprés estaban tomadas.
Saluda a tu padre, a tu hermana Ana María a quien tanto quiero y a Raimunda. Acuérdate de mí cuando estés en la playa y sobre todo cuando pintes las crepitantes y únicas cenicitas, ¡ay, mis cenicitas! ¡Pon mi nombre en el cuadro para que mi nombre sirva para algo en el mundo y dame un abrazo que bien lo necesita tu Federico.
¡Hace un calor espantoso!
¡Pobrecito!
Que hagas el artículo de mi exposición y que me escribas, hijito.

Federico
Más información en el siguiente enlace: http://vkm.is/sensual

viernes, 1 de diciembre de 2017

SENSUAL (Cartas de Amor y Erotismo de Grandes Personajes)

Con SENSUAL (Cartas de Amor y Erotismo de grandes personajes), los amantes de la literatura erótica tienen la oportunidad de deleitarse en la lectura de sus páginas. Se trata de un ejercicio literario nacido en la pluma de los más prestigiosos autores, capaces de acercarnos al juego placentero que continuamente nos plantea nuestro sentido más carnal o amoroso. Estas páginas son todo un tratado de libertad. Es bien sabido que la verdadera plenitud sexual solo puede alcanzarse si hay confianza para mostrarnos tal como somos, y esto solo es posible a través de una comunicación íntima, profunda y respetuosa.
En este libro accedemos a la correspondencia personal de algunas de las mejores plumas de la literatura universal. En él descubrimos el fino estilo erótico-amoroso utilizado por Henry Miller en sus cartas a Brenda Venus y Anaïs Nin; igualmente sugerentes y explicitas eran las respuestas de estas al autor de Trópico de Cáncer. Rozando la pornografía, aunque literariamente impecable, fue la correspondencia de James Joyce, autor de Ulysses, con su esposa Nora Bernacle, también la exclusiva carta, por su rareza, del premio Nobel Juan Ramón Jiménez a Francine Faure. Llenas de ingenio y disimulo son las cartas de Emilia Pardo Bazán a Benito Perez Galdós, entre Salvador Dalí y Federico García Lorca, Alejandra Pizornik e Ivonne Bordelois y entre Virginia Wolf y Vita Nicholson. Casi poéticas son las cartas de Pablo Neruda, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Mario Benedetti, Julio Cortázar, Edgard Allan Poe, Franz Kafka, Frida Kahlo, Leon Tolstoi o Beethoven. Amorosamente desgarradoras y socialmente comprometidas son las cartas de Miguel Hernández a Josefina, las de Carlos Marx a Jenny y las de Paul Eluard a Gala. Estamos ante una obra que nos sorprende página a página, y nos ofrece el epistolario íntimo del Rey Salomón a su esposa Naamah, de Ana Bolena a Enrique VIII, de Napoleón Bonaparte a Josefina, de Isabel II de Borbón a Jorge, su amante albanés, o Yoko Ono al añorado John Lennon.
Alguna de estas cartas nos retrotraen a la infancia y la adolescencia para rememorar el primer amor y los primeros besos, casi siempre furtivos; las cartas a la novia desde la mili o a la esposa desde la distancia. La carta era nuestro alivio de soledad en la distancia y el único contacto con los seres queridos. Con que impaciencia esperábamos la llegada del correo y con qué pesadumbre pasábamos el día si no habíamos tenido carta. Hoy, la carta es un objeto de museo cuyo valor ha sido sustituido por la inmediatez de las redes sociales.
Además, la obra incorpora el valor añadido de que cada libro de esta edición será un ejemplar único puesto que estará numerado, dentro de una edición limitada a 500 unidades, y también personalizado con los datos (nombre y apellidos) de quienes lo hayan reservado previamente hasta completar la tirada.

Marcel Félix

DESDE ARRIBA