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jueves, 5 de julio de 2018
miércoles, 21 de marzo de 2018
martes, 2 de enero de 2018
CARTAS DE HENRY MILLER A BRENDA VENUS
Henry Miller y Brenda Venus |
Ignorado e
incomprendido durante la mayor parte de su carrera literaria, Henry Miller es
sin duda el escritor norteamericano más controvertido del siglo XX. Revolucionó
las reglas de la literatura y desafió los valores morales de su época. Sus
compatriotas biempensantes le tacharon de obseso sexual, le acusaron de utilizar
un lenguaje vulgar y le llevaron al ostracismo. Como respuesta, el autor de
obras de culto como Trópico de Cáncer y Trópico de Capricornio decidió
exiliarse a Francia.
Fue en París, en
el ocaso de su vida, tras su fracasado matrimonio con la pianista japonesa Hoki,
donde encontró a una mujer formidable, Brenda Venus, entonces actriz y
bailarina, joven y bella, que le acompañó hasta la muerte. Venus conoció a
Henry Miller por casualidad, al encontrar, dentro de un libro conseguido en una
subasta, una carta privada del escritor a una mujer. La joven actriz devolvió
la carta al escritor acompañada de varias fotografías suyas.
Henry, que tenía
84 años, y Brenda nunca llegaron a tener relaciones sexuales, probablemente el
viejo escritor era ya impotente, y desataron sus pasiones a través de cartas
cargadas de erotismo. El prolífico Henry Miller le escribió mil quinientas
cartas, que suman unas cuatro mil páginas, entre el 9 de junio de 1976 y el 29
de septiembre de 1980.
Quinta carta a Brenda Venus
La escena que me viene a la mente se repite
con frecuencia. Estoy en tu casa mirando tus cuadros. Inmediatamente me ofreces
algo de beber. La bebida se nos sube a la cabeza. Vistes una camisa muy fina y
transparente. Por encima del ombligo no llevas absolutamente nada. Tus pechos
son espléndidos. Tienes el aire de una bailarina. (Como un Degas) Tus piernas
son fuertes y hermosas.
Ilustración para las cartas de Henry Miller a Brenda Venus. M. Félix |
De repente me lanzo sobre ti y te arranco la
camisa. El pelo negro y copioso de tu sexo me pone de inmediato tenso. Hundo tu
mano entre tus muslos y advierto que ya estás húmeda. Pareces muy excitada,
dispuesta a hacer lo que sea. No me sorprende. Te conozco desde hace siglos,
quiero decir de anteriores encarnaciones. Hemos sido amantes muchas veces. En
ocasiones eras prostituta del templo, en la India, en Egipto y en otros países.
Siempre eras una mujer para el placer, pero siempre religiosa. Tu religión era
siempre el “sexo”, como los actuales practicantes del Tantra. Enseñas a los
jóvenes, hombres y mujeres. Para ti es una cuestión artística. Por eso parece
ahora que fueras una experta. Sin el menor rubor te acaricias suavemente
el coño con la mano derecha.
Entonces…con dos dedos de cada mano abres la
hendidura entre tus piernas y me muestras los pequeños labios que tiemblan como
un pajarillo. El jugo fluye abundante; tus muslos centellean. Sin decir una
palabra pones la mano en mi pantalón y empuñas mi pene (el tronco, si lo
prefieres). Tus manos tan fuertes, pero delicadas, juegan con él como si fuese
un instrumento musical. Estás sofocada e irresistible. Quiero “jugar”
inmediatamente, sobre todo cuando pones tu lengua en mi boca. Después tu boca
empieza a lamer suavemente mi sexo. Es difícil permanecer en pie.
Afortunadamente está cerca el sofá. Caemos sobre él juntos, boca sobre boca,
miembro contra coño. Pero todavía no te he penetrado. ¡Qué caliente estás! Me
llenas de besos. Deseo besarte. Estás entregada. Me agarras el pene y te lo
pones entre las piernas. Entra suavemente, lentamente incluso. Tu órgano esta
deliciosamente formado. Es angosto y profundo. Me retienes como lo haría un
dedo. Naturalmente no puedo aguantarme más. Me voy al igual que tú al mismo
tiempo. Permanecemos así durante algunos instantes, entrelazados como
serpientes. Trato de librarme pero tú no me lo permites. Me sujetas con tu
poderosa musculatura. Al cabo de un rato advierto movimientos en tu interior.
Poco a poco empiezo a hincharme. Ahora alzas las piernas y las colocas sobre
mis hombros. Estás totalmente abierta y mojada. No cesas de acabar. Tus ojos se
dirigen hacia el techo. Me pides que continúe, que no me detenga. Me dices, ¡fóllame,
Henry, fóllame! Métela hasta la manija. ¡Estoy tan caliente! Es la primera vez
que utilizas ese lenguaje conmigo. Oírte me vuelve loco. Dios, dame fuerzas,
déjame poder, me digo a mi mismo, y te besaré eternamente. No olvides que te
estoy contando una fantasía. No entiendo de dónde salen las fuerzas para darte
tan prolongado placer.
Eres insaciable. Haces toda suerte de
movimientos y, en ocasiones, gestos que resultan absolutamente delirantes y
obscenos. Has perdido la cabeza. Eres sexo y nada más que sexo. Sabiendo que
podrías matarme te apartas de mí para que pueda recobrar el aliento. Pero no
cesas de acariciarme, especialmente con la lengua. Y tu cuerpo sigue ondulando sobre
mí. ¡Me besas como una posesa! ¿Y después qué? ¿Qué posición? Soy yo el que te
propone que hagamos el amor como los perros......
jueves, 21 de diciembre de 2017
CARTA DE FEDERICO GARCÍA LORCA A SALVADOR DALÍ
Ilustración para las cartas entre Salvador Dalí y García Lorca |
Barcelona, 31 de julio de 1927
Café de la Rambla
Mi querido Salvador,
Cuando arrancó el automóvil, la oca empezó a
graznar y a decirme cosas del Duomo de Milán. Yo estuve a punto de tirarme del
coche para quedarme contigo (contigüito) en Cadaqués, pero me detenía el
expresivo reloj pulsera de Pepe y la nariz de Pepe que echaba en la mañana al
baño de María de París un canalito de sangre clara duro en su cara lastimosa.
Al despedirme de los Qucurucuchs en el recodo de la carretera, te he visto
pequeño comiéndote una manecita roja con aceite y utilizando un pequeño tenedor
de yeso que te sacabas de los ojos. Todo con una ternura de pollo recién salido
del cascarón y tiu tiu y de pirriti mano. ¡Ay!
Ahora sudo y sufro un calor insoportable.
Cadaqués tiene la alegría y la permanencia de belleza neutra del sitio donde ha
nacido Venus, pero ya no se recuerda. Va hacia la belleza pura. Desaparecieron
las viñas y se exaltan día por día las aristas que son como las alas y las olas
que son como las aristas. Un día la luna, mojada con elasticidad de pez mojado
y la torre de la iglesia oscilará de goma blanda sobre las casas, duras o
lastimosas de cal o de pan mascado. Yo me entusiasmo pensando en los
descubrimientos que vas a hacer de Cadaqués y recuerdo al Salvador Dalí neófito
lamiendo la cáscara del crepúsculo sin entrar dentro todavía , la cáscara rosa
palidísima de cangrejo puesto boca arriba. Hoy ya estás dentro. Desde aquí
siento (¡ay! hijo mío, qué pena) el chorrito suave de la bella sangrante del
bosque de aparatos y oigo crepitar dos bestiecitas como el sonido de los
cacahuetes cuando se parten con los dedos. La mujer seccionada es el poema más
bello que se puede hacer de la sangre y tiene más sangre que toda la que se
derramó en la Guerra Europea , que era sangre caliente y no tenía otro fin que
el de regar la tierra y aplacar un sed simbólica de erotismo y fe. Tú sangre
pictórica y en general toda la concepción plástica de tu estética fisiológica
tiene un aire concreto y tan proporcionado, tan lógico y tan verdadero de pura
poesía que adquiere la categoría de lo que no es necesario para vivir.
Se puede decir: “iba cansado y me senté a la
sombra y frescura de aquella sangre”; o decir: “bajé el monte y corrí toda la
playa hasta encontrar la cabeza melancólica donde se agrupaban los sabrosos
bestecitos crepitantes tan útiles para la buena digestión.”
Ahora sé lo que pierdo separándome de ti. La
impresión que me da Barcelona es la impresión de que todo el mundo juega y suda
con una preocupación de olvido. Todo es confuso y embistiente como la estética
de la llama, todo indeciso y desquiciado. Allí en Cadaqués la gente se siente
no en el solo suelo todas las sinuosidades y poros de las plantas de los pies:
ahora veo como en Cadaqués me sentía los hombros: es una delicia para mí
recordar las curvas resbaladizas de mis hombros donde por primera vez he
sentido en ellos la circulación de la sangre en cuatro tubitos esponjosos que
temblaban con movimiento de nadador herido.
Quisiera llorar pero con el llanto sin
conciencia de Luis Salleras o con el canto estupendo de cuando tu padre tararea
la sardana “Una lagrima”.
Me he portado como un burro indecente contigo
que eres lo mejor que hay para mí. A medida que pasan los minutos lo veo claro
y tengo verdadero sentimiento. Pero esto sólo aumenta mi cariño por ti y mi
adhesión por tu pensamiento y calidad humana. Esta noche ceno con todos los
amigos de Barcelona y brindaré por ti y por mi estancia en Cadaqués pues las
plazas del exprés estaban tomadas.
Saluda a tu padre, a tu hermana Ana María a
quien tanto quiero y a Raimunda. Acuérdate de mí cuando estés en la playa y
sobre todo cuando pintes las crepitantes y únicas cenicitas, ¡ay, mis
cenicitas! ¡Pon mi nombre en el cuadro para que mi nombre sirva para algo en el
mundo y dame un abrazo que bien lo necesita tu Federico.
¡Hace un calor espantoso!
¡Pobrecito!
Que hagas el artículo de mi exposición y que me
escribas, hijito.
Federico
Más información en el siguiente enlace: http://vkm.is/sensual
viernes, 1 de diciembre de 2017
SENSUAL (Cartas de Amor y Erotismo de Grandes Personajes)
Con SENSUAL (Cartas de Amor y Erotismo
de grandes personajes), los amantes de la literatura erótica tienen la
oportunidad de deleitarse en la lectura de sus páginas. Se trata de un
ejercicio literario nacido en la pluma de los más prestigiosos autores, capaces
de acercarnos al juego placentero que continuamente nos plantea nuestro sentido
más carnal o amoroso. Estas páginas son todo un tratado de libertad. Es bien
sabido que la verdadera plenitud sexual solo puede alcanzarse si hay confianza
para mostrarnos tal como somos, y esto solo es posible a través de una
comunicación íntima, profunda y respetuosa.
En este libro accedemos a la
correspondencia personal de algunas de las mejores plumas de la literatura
universal. En él descubrimos el fino estilo erótico-amoroso utilizado por Henry
Miller en sus cartas a Brenda Venus y Anaïs Nin; igualmente sugerentes y
explicitas eran las respuestas de estas al autor de Trópico de Cáncer. Rozando
la pornografía, aunque literariamente impecable, fue la correspondencia de
James Joyce, autor de Ulysses, con su esposa Nora Bernacle, también la exclusiva
carta, por su rareza, del premio Nobel Juan Ramón Jiménez a Francine Faure.
Llenas de ingenio y disimulo son las cartas de Emilia Pardo Bazán a Benito
Perez Galdós, entre Salvador Dalí y Federico García Lorca, Alejandra Pizornik e
Ivonne Bordelois y entre Virginia Wolf y Vita Nicholson. Casi poéticas son las
cartas de Pablo Neruda, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares,
Mario Benedetti, Julio Cortázar, Edgard Allan Poe, Franz Kafka, Frida Kahlo, Leon
Tolstoi o Beethoven. Amorosamente desgarradoras y socialmente comprometidas son
las cartas de Miguel Hernández a Josefina, las de Carlos Marx a Jenny y las de Paul
Eluard a Gala. Estamos ante una obra que nos sorprende página a página, y nos
ofrece el epistolario íntimo del Rey Salomón a su esposa Naamah, de Ana Bolena
a Enrique VIII, de Napoleón Bonaparte a Josefina, de Isabel II de Borbón a
Jorge, su amante albanés, o Yoko Ono al añorado John Lennon.
Alguna de estas cartas nos retrotraen
a la infancia y la adolescencia para rememorar el primer amor y los primeros
besos, casi siempre furtivos; las cartas a la novia desde la mili o a la esposa
desde la distancia. La carta era nuestro alivio de soledad en la distancia y el
único contacto con los seres queridos. Con que impaciencia esperábamos la
llegada del correo y con qué pesadumbre pasábamos el día si no habíamos tenido
carta. Hoy, la carta es un objeto de museo cuyo valor ha sido sustituido por la
inmediatez de las redes sociales.
Además, la obra incorpora el valor
añadido de que cada libro de esta edición será un ejemplar único puesto que
estará numerado, dentro de una edición limitada a 500 unidades, y también personalizado
con los datos (nombre y apellidos) de quienes lo hayan reservado previamente
hasta completar la tirada.
Marcel Félix
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